sábado, 29 de junio de 2013

Se casan con galas típicas y en fiesta comunitaria

“Ay! señor padrino qan juchayuq kanki / mana munasaqta, mana munasaqta casarachiwanki (Ay! señor padrino, tu eres el culpable / sin que yo quiera, sin que yo quiera me has hecho casar)...”, es parte de la letra de una de las primeras cuecas que bailaron los recién casados en Totora ayer.

Un total de 44 parejas de las zonas de Totora, Lope Mendoza, Epizana y Pocona contrajeron nupcias en un acto comunitario “Con Identidad” organizado por el Viceministerio de Descolonización, el Servicio de Registro Cívico (Serecí), autoridades y líderes espirituales. Hubo ceremonia civil, torta, brindis con sidra, q’oa y baile.

Mujeres con polleras de colores, blusas blancas, algunos varones con sacos, así llegaron los novios para casarse en el acto organizado en el coliseo de Totora.

Feliciana Mérida fue la única novia con velo y su ahora esposo Ubaldo Claros llevaba puesto un terno. Fueron quienes partieron la torta en representación de los demás.

Natividad Cadima y Juan Chávez vivieron juntos durante 45 años y tuvieron siete hijos. “Siempre pasaba algo” para que no se casen, como accidentes, la muerte de un hijo y más, pero ayer finalmente se dieron el “sí”. Y no hubo necesidad de pedidas de mano. Durante la celebración destacaron porque no perdieron la música para celebrar y bailar sujetando los regalos que recibieron.

La falta de dinero fue el impedimento para que, en otros casos, las bodas se posterguen. Como Cirilo Flores y Basilia Rojas que estuvieron juntos desde hace 22 años. “Mi esposa siempre ha sido buena”, destacó él, convencido de que el matrimonio era el único paso que faltaba para consolidar su amor.

Ayer, el matrimonio fue gratuito, los gastos corrieron por cuenta del Viceministerio.

Los testigos hicieron los juramentos de rigor, las parejas aceptaron casarse. Pero pese a conocerse, la mayoría, hace años, los besos fueron tímidos y las novias más jóvenes hasta cubrían sus rostros con sus mantas después de recibir el beso de su, ahora, esposo.

Los invitados presenciaron el acto en graderías.

“... Dos palomitas forman su nido para vivir feliz”, continuó otra cueca en el ambiente festivo luego.

Vestirse minutos antes, festejar luego

Fuera del coliseo, tras un árbol de eucalipto, estaban Fernando Nogales y Anasta García junto a sus testigos que les ayudaron a cambiarse. Ellos llegaron de la zona de Ch’alla Chico de Totora y para lucir sus atuendos prefirieron cambiarse minutos antes.

En la puerta habían puestos de venta. Los que llegaron primero comieron platos de comida. Los invitados compraban cristalería y otros regalos. Luego de la boda muchos se fueron a sus casas, a almorzar a un local o a celebrar en fiesta.

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