viernes, 30 de mayo de 2014

Kanye West pasó las horas previas a su boda cambiando la decoración



Aunque no llegó a convertirse en un novio a la fuga, los nervios previos a su enlace con Kim Kardashian el pasado fin de semana sí pasaron factura al rapero Kanye West, que trató de desahogar su inquietud cambiando la decoración de la fortaleza florentina Forti di Belvedere (Italia) para adaptarla a su particular gusto horas antes de dar el "sí, quiero" a su prometida Kim Kardashian.

Según la sección Page Six del periódico New York Post, la particular crisis de Kanye alcanzó su punto máximo cuando descubrió el decorado blanco donde estaba instalada el área de bebidas, que no resultó en absoluto de su agrado. Tras calificar el montaje como propio de "un bar de Texas" y gritar a todos los que se encontraban a su alrededor, el rapero no dudó ni un segundo a la hora de hacerse con una sierra y cortar él mismo la barra de bar en dos.

"Ahora, es arte", proclamó el rapero después de embellecer su creación con dos pedazos de leña que añadió al resultado final.

Pero los cambios que la estrella tenía en mente no acabaron ahí, ya que Kanye también dio instrucciones específicas de retirar 80 focos giratorios que debían alumbrar la pista de baile, y que habían tardado más de cuatro días en ser instalados.

"Yo soy el centro de esta fiesta, y el que debe ser visto. El resto de la gente no necesita tener luces apuntándoles", declaró, según la mencionada publicación.

Pese a los esfuerzos de Kanye por controlar cada pequeño detalle, los recién casados tuvieron que enfrentarse a varios problemas técnicos de última hora, como los desperfectos que sufrieron durante el transporte las 30 esculturas de desnudos que la pareja había encargado para adornar los alrededores del banquete.

La distribución de los invitados también acabó convirtiéndose en una pesadilla para los novios, ya que gran parte de los asistentes acudieron acompañados de un séquito mucho más numeroso de lo que estaba previsto. Pese a que Kim y Kanye habían reclutado a un equipo de grabadores para esculpir el nombre de cada asistente en el lugar que debía ocupar en la mesa de mármol donde tuvo lugar la espectacular cena, finalmente solo los recién casados acabaron sentándose en los sitios que tenían previstos.

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