sábado, 10 de mayo de 2014

Matrimonio de Ariel y Sonia estuvo lleno de tradiciones

El pasado fin de semana en el barrio Florida, se festejó el matrimonio de Ariel Quispe y Sonia Ramírez, evento al que estuvo invitado El Convite. Logramos captar la felicidad y las tradiciones que están arraigadas, encontrándonos con gente amena dispuesta a compartir al son de la música del grupo Elías y Sin Rivales.

Los preparativos de la boda movilizaron a toda la familia, que hizo decoraciones en el domicilio de don Martín Lima para recibir a los invitados, disponiendo mesas y mozos para la atención, como también bebidas y un menú tradicional chapaco que fue degustado por todos los asistentes.
El acto del matrimonio civil, se llevó a cabo en medio de una aire emotivo de los familiares, y los recién casados que por momentos se apoyaban entre sí para superar los nervios, sin embargo los padrinos coadyuvaron tomando la palabra y deseándoles un buen futuro, hasta que llegó el momento de sellar la unión con un beso.
Ahí comenzó la fiesta, el grupo Elías y Sin Rivales que tocaba el vals, tocó cumbia y la gente empezó a bailar y a compartir, paralelamente iban llegando más invitados que los novios recibían con benevolencia.
Muchos llevaban regalos como muebles, electrodomésticos, y los que no lo hacían procedía a “thipar” a los novios, costumbre que consiste en que si no se lleva regalo se prende billetes de distintos cortes al traje o al vestido de la novia con alfileres o ganchos.
“Dios nos dio un momento especial para conocernos… nos dio amor y comprensión para creer en nuestro amor, hoy llenos de alegría compartimos este sentimiento con ustedes y pedimos al señor nos bendiga para hacer de ese amor un sentimiento eterno colmado de bendiciones”, expresó el novio emocionado.
Al respecto la novia manifestó que el matrimonio se realizó con el consentimiento de los padres de ambos, don Juan Quispe y Benancia Huarachi (Q.E.P.D.), y don Emilio Ramírez y Lucia Vélez, estos últimos padres de la novia.
Algunos asistentes challaban la unión mientras las cajas de cerveza llegaban, todos bailaron y al final se retiraron tranquilamente a sus domicilios a descansar, ya que al día siguiente era la “sanada”, continuación de la boda en la que se degustó costillas de chancho hasta el anochecer, para volver nuevamente el día siguiente con la finalidad de continuar compartiendo por lo que el matrimonio duró desde el día sábado hasta el lunes.



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