domingo, 9 de junio de 2019

¡Oh, no! Justin y Hailey se casan en septiembre

De acuerdo a un medio estadounidense, todo estaría listo para que los enamorados al fin celebren su enlace nupcial



Después del difícil inicio de año que tuvo la pareja, se especula que Hailey Baldwin ya dio el primer paso para celebrar su boda con Justin Bieber, con quien se casó por lo civil en septiembre pasado. El festejo estaba previsto apenas unos meses después, pero ha tenido que posponerse por la salud de Bieber, quien admitió que atravesaba una profunda depresión hace unos meses.

De acuerdo a la revista People, la pareja ya se habría puesto manos a la obra con los preparativos del evento y, a fin de no verse abrumados ante semejante tarea, ambos habrían decidido recurrir a la inestimable ayuda de un wedding planner.

"Hailey está trabajando en la organización de la boda junto a un wedding planner. Los dos están muy emocionados", reveló una fuente a la revista, que dijo que los enamorados finalmente retomaron los felices planes y que, si todo marcha como está previsto, acabarán pasando por el altar en septiembre justo cuando celebren su primer aniversario como marido y mujer.


En relación con el principal factor que ha venido determinando la agenda profesional y personal de los dos enamorados en tiempos recientes -la batalla que libra el intérprete canadiense contra la depresión y los cuadros de ansiedad que sufre con frecuencia-, el mismo confidente aseguró que el estado anímico de Justin no dejó de mejorar últimamente gracias al tratamiento sicológico que sigue desde febrero y a la pasión que siente por su trabajo.

"Está muy bien, cada día mejor. Sigue igual de comprometido que el primer día con su terapia y, en general, con la necesidad de cuidar su salud mental. También está produciendo música, pero se está tomando su regreso a la escena discográfica con tranquilidad y paso a paso. En general, se está tomando las cosas con mucha calma", señaló la misma publicación.



Carlota Casiraghi rompe con las tradiciones de la realeza

Carlota Casiraghi (33 años) y Dimitri Rassam (37) contrajeron matrimonio civil a última hora de la mañana del sábado en el palacio familiar de los Grimaldi, en Mónaco, con una discreción y ausencia de invitados aristocráticos con la que parecen romper con una antigua tradición familiar.

Según las discretísimas filtraciones oficiales, la ceremonia fue celebrada por Laurent Anselmi, director de los servicios jurídicos del Principado. A última hora de la tarde noche se ignoraba si el Príncipe Alberto y sus hermanas, Carolina y Estefanía de Mónaco, estuvieron presentes en la ceremonia administrativa.

Radio Mónaco, tradicionalmente bien informada en los asuntos domésticos de la familia -que es primera accionista de todos los medios audiovisuales del principado-, creía saber que Carlota tuvo como testigos a dos amigas especialistas en «comunicación empresarial», Juliette Maillot y Yanina Mandelli. Dimitri, por su parte, tuvo como testigos a dos amigos, entre empresarios y banqueros de negocios, Guillaume Houz y Antoine Nussembaum.

Las primeras imágenes que fueron filtrándose con moderación, desde primera hora de la tarde del sábado, daban una imagen «sencillita, pero mona» de la boda y el banquete que siguió, entre amigos, servido en los jardines de Palacio.

Difundida inmediatamente antes o después de la ceremonia, la única fotografía oficial de los novios fue firmada por uno de los fotógrafos oficiales de Palacio, Eric Mathon, y era de un glamour más que comedido. Sin filtros eficaces, el sol de justicia que caía en la Costa Azul toca la primera foto de los recién casados con un blanco muy Mediterráneo del sur. El novio, en traje y corbata azul, camisa y pañuelo blanco, paseaba una grabación de padre de familia con un hijo que todavía no tiene un año de edad. La novia lucía un traje cuya autoría suscita cierto «enfrentamiento» entre las distintas fuentes no sé si bien informadas. La mayoría apuntaban a que era una creación de Giambattista Valli, un diseñador que descolocó a todos, ya que se esperaba que vistiera de Yves Saint-Laurent. Tenía su lógica.

Carlota ya estuvo en el festival de Cannes, sola, luciendo un espléndido modelo Saint-Laurent, con muchas transparencias muy alejadas de la imagen del ama de casa tradicional.

La comida tipo coctel, que se sirvió a los invitados en los jardines y piscina de Palacio, fue realizada por un chef italiano, Paolo Sari, avispado y sofisticado si los hay. John Nollet, fotógrafo y peluquero, animador de «actividades lúdicas», se apresuró a atribuirse el honor de peinar a Carlota el día de su boda.

UNA BODA DE PUEBLO

Dimitri Rassam no es hombre que frecuente mucho las peluquerías. Hubiera sido innecesario. A los pocos minutos de celebrarse la ceremonia jurídico administrativa, los hermanos de la novia, Andrea y Pierre Casiraghi, junto a dos amigos más, cogieron al novio en hombros y lo tiraron a la piscina, con su traje y su corbata puesta. Alguien se apresuró a filtrar un vídeo tan breve como pedagógico. Unos invitados de fiesta de pueblo tirando a la piscina a un novio que se deja hacer, dando el espectáculo para unos señorines y señoritas en bañadores de colores chillones, de una elegancia de playa mediterránea, muy alejada de los rumbos aristocráticos que fueron tradición en el Mónaco principesco de otros tiempos.

La madre de su esposo, la actriz Carole Bouquet, estuvo en el reciente Baile de la Rosa, visible pero discretita. Invisible hasta la noche del sábado en la boda de su hijo. La princesa Carolina y el príncipe Alberto, las figuras históricas al frente de la casa de los Grimaldi, también destacaron por su ausencia aparente en unos festejos muy alejados del antiguo glamour chic de un Mónaco de otra época.