Después de la ceremonia religiosa en la capilla Los Huérfanos, la felicidad se trasladó al salón Chiquitano de la Fexpo, convertido en un jardín de rosas e ilusiones, con gotas de cristal e iluminación en tono caramelo. Como si se tratara de una gran familia, todos rieron, bailaron y se quisieron mucho hasta las seis de la mañana, apoyados por las melodías del grupo Fly.
Después de toda una vida de amistad de los padres, de los novios, de las aulas del Alemán como escenario del romance y de cuatro años de relación, Danielle y Carlos Enrique son los dueños de su propia familia
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