martes, 3 de enero de 2017
Matrimonio infantil, tradición que pervive
Cerca de 700 millones de mujeres vivas contrajeron matrimonio antes de cumplir los 18. Algunas a edades tan tempranas como los 10 y 11 años. Estas uniones, que pueden tomar diferentes formas, forzadas o no, oficiales o no, atrapan a 15 millones de niñas al año, alrededor de 30 cada minuto.
El abandono escolar, la vulnerabilidad social, el embarazo prematuro, la mortalidad maternal y perspectivas limitadas de futuro son consecuencias comunes a todas estas mujeres, sin importar su nacionalidad, credo, cultura, idioma o raza.→
→Abaynesh, Ramgani y Nayane son tres jóvenes que ayudan a retratar las uniones tempranas en diferentes países y con características diferentes. Sus historias, sus vidas, son solo tres entre tantas.
La etíope Abaynesh
Abaynesh tiene 14 años, lleva tres casada y espera su primer hijo. Se levanta cuando todavía no ha salido el sol y se prepara para ir a buscar agua al río. Debido a su avanzado estado de gestación, no acompaña a su marido y a su familia política a trabajar en el campo, aunque, cuando el sol está a punto de caer, se acerca a una ladera a recolectar lentejas. El suegro de Abaynesh dice que pueden caer las últimas lluvias de la estación húmeda y no conviene tentar a la suerte.
Abaynesh tuvo que cambiar su casa por la de su familia política hace tres años después de que su padre y el padre de su marido, Tadesse, de 22 años, acordasen el matrimonio de ambos. Ella se enteró por casualidad de los planes que tenían para ella.
Afirma que, aunque no quería casarse, ahora es feliz. No obstante, deja entrever una pequeña pena que brilla en sus ojos como la hoja del cuchillo que sostiene en la mano mientras cocina.
“Cuando era pequeña iba a la escuela y sacaba muy buenas notas”, asegura, “quería ser doctora, pero mi familia dijo que ya había estudiado bastante y me iba a casar”, dice con cierta melancolía.
En Etiopía el 41% de las mujeres entre 20 y 24 años se casaron antes de cumplir los 18 y en algunas regiones, como Amhara, de donde es Abaynesh, puede llegar al 60%.
Las niñas etíopes pueden acabar en el altar por la mediación de las familias que acuerdan sus matrimonios a muy temprana edad o a través del rapto. Si un hombre quiere a una niña como esposa y la familia de esta no accede, la rapta y la lleva a su casa.
Tras permanecer allí un tiempo, los padres de la futura novia aceptan la unión por cuestiones de “honor”.
En el país africano el matrimonio infantil es ilegal, perseguido y penado. Sin embargo, en regiones remotas en las que el control se antoja una tarea difícil, esta práctica sigue existiendo camuflada como tradición.
La india Ramgani
Ramgani vive en un pequeño pueblo en Rajasthan, un Estado en el norte de la India. Tiene 18 años y entra en el colegio un poco más tarde que sus compañeros. Estuvo ocupada haciendo las tareas de casa. Pisa con fuerza levantando el polvo del patio. No lleva la casaca azul con el fular blanco que constituye el uniforme femenino de su escuela, sino el masculino: pantalones de pinzas blancos y camisa de traje azul.
Ella es la quinta de nueve hermanas. Su padre decidió casarlas a todas en tres días consecutivos. Ramgani y cinco más contrajeron matrimonio en secreto debido a su edad. Tenía 14 años.
Desde entonces su padre y su familia política la presionan para que se mude definitivamente a casa de su marido. Pero Ramgani no tiene intención de cumplir con la voluntad de sus parientes. “Yo solo quiero estudiar, ser algo en la vida”, asegura. Su determinación a la hora de alcanzar su sueño la lleva a superar la situación que tiene en casa.
Su padre intenta frustrar cada uno de sus intentos de seguir en la escuela. Le obliga a hacerse cargo de las tareas de la casa y del ganado. Recuerda con cierta amargura como su padre quemó sus pantalones y sudaderas en cierta ocasión, ante su negativa de ir a ver a su marido.
“Quiero ser policía, si soy policía no permitiré que nadie pase por lo que estoy pasando yo”, confiesa antes de romper en un llanto mudo pero sincero.
India ocupa el lugar más alto en el ranking de países en los que existe el matrimonio infantil si tenemos en cuenta los números absolutos. Según datos de UNICEF, más de 26 millones de mujeres entre 20 y 24 años contrajeron matrimonio en el país asiático a una edad ilegal, que está establecida en menos de 18 para ellas e inferior a 21 para ellos.
La brasileña Nayane
Son las seis de la tarde y Nayane, de 15 años, no ha vuelto del baile funk al que acudió anoche en la favela en la que reside, Parque Uniao, en el norte de Río de Janeiro (Brasil). Ha ido a dormir a casa de su nuevo novio. Su hija de 10 meses, Ana Sophia, está a cargo de su madre, una abuela que ronda la treintena.
Brasil es el cuarto país del mundo con mayor número absolutos de matrimonios infantiles. Casi tres millones de mujeres entre 20 y 24 años se casaron antes de los 18 y un 11% antes de los 15.
Estas uniones se caracterizan por la no oficialidad de las mismas y por el rol no pasivo de las niñas (que deciden embarcarse en estas relaciones por diversos motivos), además, se revela un cambio de guión en cuanto al embarazo prematuro. Si bien en países como India o Nigeria la gestación se presenta como una consecuencia del matrimonio infantil, en Brasil puede ser una causa.
Niñas que se quedan embarazadas son presionadas por las familias para contraer matrimonio, ya que es lo culturalmente aceptado, como revela un estudio de la ONG Promundo Brasil. La nación sudamericana también se encuentra entre los 10 países con mayor tasa de embarazo adolescente.
Nayane relata que se quedó embarazada a los 14 años, en un baile como al que acudió anoche. Tuvo un parto de alto riesgo y acabaron haciéndole una cesárea.
“Fue un poco duro cuando no estaba mi novio, no podía hacerme responsable del bebé… tenía miedo y pasé por dificultades”, asegura.
No puede evitar que se le escapen las lágrimas al recordar el día que su hija quedó huérfana de padre. Él estaba involucrado en el tráfico de drogas y durante una operación policial recibió tres tiros en el estómago y falleció unos días después en el hospital.
Christiane Pereira da Silva conoce bien la realidad de estas niñas. Ella fue una de ellas. Contrajo matrimonio a los 16 años tras quedarse embarazada de su primera hija. Ahora, divorciada de aquel hombre y siendo madre de dos niñas más, reconoce que el entorno en el que viven se convierte en una tela de araña para jóvenes que escapan de hogares abusivos o que buscan en un hombre estabilidad económica y libertad.
“Si eres una mujer de un traficante la gente te respeta más, tienes más cosas…”. Sin embargo, asegura, “esto es una ilusión, solo una ilusión”.
Nayane quiere estudiar y convertirse en médica, quiere darle más atención a su hija, ofrecerle lo que su madre no pudo darle a ella y asegurarle a Ana Sophia una educación mejor. Le dirá a su hija que no vaya a las fiestas funk, que no son buenos lugares. Le dirá que no vaya al lugar en el que ella ha pasado la noche bailando y bebiendo.
A pesar de que los números resulten desesperanzadores, estos se han reducido en los últimos años. La concienciación de la población, el trabajo de diferentes ONG y el compromiso de algunos gobiernos han evitado que otras mujeres pasen por lo que han pasado Abaynesh, Ramgani y Nayane.
Kailash Brijwasi, fundador de la ONG Jatan Sansthan, que lucha por acabar con el matrimonio infantil en Rajasthan (India), asegura que la clave está en la educación, que si se invierte en sensibilizar a la juventud, el cambio será imparable. •
* La realización de este reportaje ha sido posible gracias a la financiación del Centro Europeo de Periodismo a través del Programa “Innovation in Development Reporting Grant”.
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