Creo que puedo volar, creo que puedo tocar el cielo. (I believe i can fly. I believe i can touch the sky) es una parte de la canción de R. Kelly que eligieron Jorge Landívar y Vania Moscoso para ingresar al salón donde se realizó la celebración del intercambio de sus votos matrimoniales.
“Aceptamos la marcha nupcial de Mendelssohn solo para ingresar a la iglesia, lo demás queríamos que sea diferente, pero nunca extravagante”, dice la flamante esposa. Es que esta pareja de recién casados desborda originalidad.
“Las fechas las recuerda Vania. Ella se encargó de todos los pormenores y por mayores de la boda, y yo como buen novio siempre dije sí”, comenta Jorge, a quien le brillan los ojos cuando recuerda que hace 18 días se unió en matrimonio con la mujer que llena su vida desde hace diez años.
¿Cómo empezó todo?
Jorge Landívar Vázquez y Vania Moscoso Bruun se conocieron en la ciudad de Cochabamba cuando unos amigos en común los presentaron durante un descanso en la universidad, donde ambos cursaban la carrera de Odontología.
La amistad dio paso poco a poco al amor, que durante tres años cultivaron. Se separaron cuando él concluyó su formación y regresó a su ciudad natal.
“Me fui a seguir una especialidad en Baurú, San Pablo (Brasil) y allá nos reencontramos, ella llegó cuando yo debía retornar a Santa Cruz, porque había terminado mis estudios” recuerda Jorge. Y Vania agrega “nos volvimos a arreglar y seguimos con cartas y llamadas, hasta que después de dos años me vine definitivamente”.
Lo que Vania tal vez no conoce, es el entusiasmo y el amor con el que Jorge cuenta cómo la esperó hasta que ella regresó a Santa Cruz, cómo preparó la clínica donde trabajarían juntos y el esmero que le puso a todos los detalles. Por que él es así, un hombre que ha planificado con sumo cuidado todos los pasos que ha dado hasta el momento, en su vida. Ella conoce su carácter. “A él no le gusta que nada se improvise, es fanático del orden”. Y eso se percibe en los diferentes ambientes de la clínica Unident. Las revistas milimétricamente ordenadas, los adornos de diferentes lugares del mundo, los cuadros, los asientos, los espacios, la tacita de café chico, todo armoniza y denota una pulcritud que encanta. Así como los Landívar Moscoso.
La planificación
Contar el corolario de su historia de amor, por momentos separados y por instantes juntos, fue volver a revivir ese momento mágico cuando fundaron su amor. Pero la planificación es un trabajo demasiado estresante. Para ello la novia contó con la colaboración de Roxana Suárez, una wedding planners que supo interpretar el sueño de Vania.
“Quería algo muy sencillo con nuestros familiares más cercanos y amigos más íntimos, y en eso coincidimos con Jorge, anhelábamos disfrutar de nuestra fiesta y que nuestros invitados se deleiten con la comida, la bebida y la música”.
Esos deseos se reflejaron en la sobria decoración que plasmó Quito Velasco, donde cada detalle irradió el sentimiento de la pareja. “Se diseñó una mesa de champán en un espacio donde esperaron los invitados a que lleguemos de la iglesia, para brindar antes de ingresar al salón de baile. Fue un bonito detalle, porque siempre se brinda y después se baila el vals, pero nosotros lo hicimos al revés”.
Otro deseo de Vania era llegar a la iglesia en un vehículo muy antiguo, y cuando vio un Ford de 1926 en la quinta de su futuro suegro, le agradó y solicitó la refacción del automóvil para la especial ocasión. Mas como no faltan percances en estos avatares, el móvil casi no estuvo a punto para la fecha. No condujo a la novia al templo, pero si pudo llevar a la pareja de recién casados hasta el Country Club Las Palmas, donde se efectuó la recepción. “Al fin y al cabo es el momento que todos los invitados pueden ver, cuando los novios dejan la iglesia”, dice ella satisfecha.
Llegó el gran día
La capilla La Macarena lució sencilla como la madre de Dios, solo brilló la novia, que con su sonrisa encandiló a Jorge y contagió a los invitados. “Fue así como lo habíamos planeado, nos divertimos con las ocurrencias del sacerdote, yo me aprendí mis votos, Jorge le dijo al padre que se olvidó y él le pasó un papel para que los lea”, cuenta Vania.
Así se realizó esta unión, dos familias muy conocidas de nuestra ciudad celebraron el amor de sus hijos. “Ahora estamos viviendo en nuestra nueva residencia y una vez nos adaptemos; porque todo es nuevo, ya que cada uno viene de familias diferentes, con costumbres diferentes, formas de ver la vida de manera diferente, forjamos una simbiosis, nos animaremos a encargar los herederos”, concluye el flamante esposo con una sonrisa que jamás se borró de sus labios.
Amenización. La recepción estuvo amenizada por el conjunto Ley C-K, que puso a todos en movimiento, pero los principales animadores fueron los novios, que abandonaron el salón a las 4:30 de la madrugada
El equipo. Cordinadora:
Roxana Suárez.
Torta: Dolly Gómez. Chocolates:
Manjar de oro. Decoración: Quito Velasco. Sacerdote:
Marcial Chupinahua
Notaria: Ma. Silvia Justiniano
La canción. “I believe i can fly” (Creo que puedo volar), es un tema de R. Kelly, que le gustó a Jorge y Vania lo consiguió para que el conjunto lo colocara cuando ellos ingresaran al salón de baile en el Country Club La Palmas
La fuerza del corazón
La carroza. Al salir de la iglesia los novios subieron al Ford del siglo pasado y con aros de madera. Una reliquia de la familia Landívar, que fue acondicionado para llevar a la pareja hasta el Country Club Las Palmas.
Anécdota. Ese vehículo iba a llevar a la novia a la capilla, pero como no estaba todo listo y ella sí, se desesperó y se fue en otro motorizado, por lo que llegó primero que el novio y lo esperó.
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