s cierto que, de manera elemental, los valores tienen que ver con lo que una persona considera más importante en su vida. Pero, por otro lado, figuran los principios, aspectos universales que tienen que ver con lo espiritual.
Dicen los que saben que los valores determinan las preferencias, los gustos, las opciones y hasta los sacrificios que una persona está dispuesta a hacer.
Hoy, en esta edición especial de novias, considero necesario abordar, aunque sea someramente, la importancia de que la pareja busque conocer, mutuamente, hasta donde sea posible, cuáles son los valores de cada uno.
Mencioné la palabra importante, aunque quizás fuera mejor decir determinante, ya que ese conocimiento se convierte en una necesidad inexcusable para saber si realmente la persona se casa con el ser que le conviene.
Hace poco leí un artículo escrito por la experta en conducta humana, Dora Tobar, donde afirma que cuando una pareja tiene muchos valores en común, o por lo menos coinciden en los que los dos consideran fundamentales, podrán fácilmente entenderse y tomar decisiones en conjunto.
Esos valores comunes, dice Tobar, son como el tesoro del cual se nutren las decisiones diarias, tanto para la vida de pareja como para el manejo del dinero, la crianza de los hijos y las relaciones con las familias respectivas. Existen un sinnúmero de formas de descubrir los valores que caracterizan a la que puede ser la futura pareja, basándose, aunque sea de manera simplista, en el refrán: “dime con quién andas y te diré quién eres”.
A eso habrá que añadir la necesidad de considerar cómo son las relaciones que mantiene con su familia, con sus amigos, cuáles son sus gustos en la comida y los juegos. Y, sobre todo, si cree en Dios. ¿No es cierto? ¿O qué opina usted?
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