miércoles, 26 de noviembre de 2014

Silvana Velasco y Ernesto Ferrante se casaron en Santa Cruz y en Punta Cana

Ernesto Ferrante está enamorado y se delata en cada frase cuando habla de su esposa, Silvana Velasco. Cuenta de su reciente boda de espectáculo, pero manifiesta su matrimonio espectacular. Es la historia de un amor maduro, de vidas compartidas casi de casualidad, de una familia agrandada y la ilusión intacta. Del día a día que los sigue sorprendiendo y enamorando. Del humorista profesional rendido ante el increíble sentido del humor de su amada, que le canta y le hace cantar a dúo porque los dos se hicieron uno.

Está enamorado, se nota...
Es el triunfo de la esperanza sobre la experiencia. Para muchos el matrimonio resulta extraño en estos tiempos, más aun si queda la experiencia de otras relaciones. Silvana es una mujer espectacular, me sorprende cada día. Nos conocimos hace dos años, vivimos hace un año y un poco juntos y nunca he visto una persona con ese sentido del humor.

¿Como si le hiciera competencia?
Para nada, lo mío es profesión, lo de ella es un constante estado de ánimo. Le mira el lado bueno de la vida, siempre. Yo trato de vivir así y hasta la pedida de mano fue interesante.

Le dije que hagamos una fiestita para celebrar nuestros cumpleaños, el de ella es el 11 y el mio el 2 de mayo. La convencí y armamos la fiestita en Chaplin. Entonces se me ocurrió proponerle matrimonio. Compré el anillo y nadie sabía nada, pero como es tan viva se iba a dar cuenta, así que mi cómplice fue Ian Vega, que tejió muy bien la historia, usando el ringtone que tenía hace mucho en el teléfono de A mi no me importa el dinero…

En la fiesta, Ian agarró el micrófono y dijo: el tío -porque todos me dicen tío- tiene un ringtone que nos llega a todos al huevo, así que vamos a pedir que suban al escenario a cantar a dúo. En media canción se cortó la música. ¿Qué pasó?, dijo ella.

Se miró todo el mundo y yo seguí con el plan y conté cómo la conocí, una vez que había volcado un sur de novela y yo llegué a un cumpleaños con karaoke y la vi cuando salió a cantar.

Me llamó la atención porque estaba metida en un poncho desde aquí (muestra el cuello) hasta el suelo, por el frío bárbaro. Me arriesgué con esta mujer sin saber lo que había debajo del poncho.

La boda también fue espectacular, Tropical Tours, armó para nosotros un tour matriqui/vacación al Hotel Meliá en Punta Cana cuidando los mínimos detalles.
Hubo otra sorpresa…

Ella es reacia a hablar en público, no le gusta a pesar de ser extrovertida, así que en la fiesta me dijo: usted hable y después yo le sigo. Cuando iba a empezar se apagó la luz. Ella tenía todo preparado. Llevaron karaoke y un proyector. Apareció una película con imágenes de nosotros, de la familia y la música de Río Roma, Tu me cambiaste la vida… y ella la empezó a cantar. Todo el mundo lloraba…

-¿Y qué pasó al regreso, con la rutina, el día a día?
Como si no nos hubiéramos casado, porque no cambió nada. Extrañábamos la playa (...) La boda, el matrimonio, el papel, fueron sólo la confirmación, pero nada cambió. Tengo dos hijos grandes y Silvana también dos hijas; ellos han enganchado como si se hubiesen criado juntos, como si fueran hermanos.

Desde su experiencia, ¿qué errores suelen cometer las parejas
casadas?

Perder el respeto y la admiración. Te das cuenta cuando la rutina te consume, cuando se interpretan las cosas sin aclararlas. Cuando se dan por sobreentendidas. Si no decís y hablás algo, que hoy era cinco, mañana será diez y pasado quince. La esperanza, es que funcione el matrimonio más allá de la experiencia que podás haber tenido con tus relaciones anteriores y para que eso pase tenés que ponerle ganas, humor, respeto y afecto cada día. Cuando se deja de poner los ingredientes, ahí empieza la cuenta regresiva.

Y para no llegar a eso…
Hay que renunciar a lo que vos querés en bien de la felicidad de la pareja. Así la relación se fortalece. Le doy mucho crédito a un trabajo interior que me lleva a conocerme, a reflexionar, a ponerme en los zapatos del otro. Si no hay eso, vas a ser vos el más grande, el más bonito y también el más solo y el más egoísta.

Alguna peleíta habrá habido…

Nunca, nada. Ninguna pelea. ¿Bien, no? Ella tiene el buen humor como estado de ánimo. Así lo sobrelleva todo y arrastra a todos a ese agradable río de un bien anímico.
La pasta dental, las salpicaduras en el baño…

-Todo se aclara. Este baño para usted, este lado para su vestidor. Hoy usted lava, cocina, yo lavo…

Incluso con rutinas de trabajo diferentes…

-Muy diferentes, pero de cuatro shows ella está por lo menos en dos, entre el público y riendo como la primera vez. Se divierte y siento que me acompaña, eso es muy importante. Entender el trabajo artístico es para personas emocionalmente inteligentes y ella cumple con creces ese requisito.


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