Feliza Ali y Marcelo Vásquez recibieron emocionados aplausos en su recorrido hacia el altar. Acompañados de sus padres se desplazaron en las sillas de ruedas, gracias a las cuales se conocieron hace 11 años. El pasado sábado, la pareja dio el "sí” en la iglesia San Cristóbal de Sucre.
"Conocí a Marcelo en 2003, en un congreso de personas con discapacidad que se realizó en Cochabamba”, rememora Feliza. Y cuenta a Página Siete que después de ese día, no volvió a verlo en más de siete años.
No fue sino hasta 2010 cuando, en otro evento similar que se realizó en Potosí, ambos se volvieron a encontrar. "Él se sorprendió al verme y me preguntó cómo estaba y si me había casado. Le dije que no. Y ahí comenzó nuestro romance”, dice emocionada.
Marcelo confiesa que ella le despertó el amor. "No creía que me enamoraría”, pero pronto supo que Feliza era "la mujer de su vida”. "Me gusta todo de ella: su forma de ser, su alegría”.
Iniciaron una relación a distancia porque Marcelo vivía en Oruro y Feliza, en La Paz. "Él iba a verme casi todos los fines de semana y yo a veces me daba una escapadita”, recuerda ella. Cuando estaban juntos, como toda pareja enamorada, paseaban por la calle de la mano o incluso dándose un beso. "La gente nos miraba raro o murmuraba ‘mira, qué bonitos, en silla de ruedas y enamorados’ decían. No entendían que éramos sólo un hombre y una mujer que encontraron el amor”.
Tras ocho meses de relación, Marcelo le pidió que sea su esposa. "Pero tiene que ser hasta que la muerte nos separe, me dijo -recuerda Feliza-. Sorprendida y un poco asustada por nuestra condición, yo acepté”.
Cuando anunció a la familia que su novio iría a pedir su mano, su madre se molestó. "No, no te vas a casar con él. Cómo pues, él tiene discapacidad, ¿qué van a hacer los dos así?”, cuestionó.
No fue fácil para la pareja vencer los prejuicios de algunas personas que se expresaban en comentarios que ellos provocaban rabia. "¿Por qué con él?, otro cojito. Deberías buscarte a alguien sanito” ó "está bien, ambos son iguales, se van a entender”.
A Feliza no le interesaba la discapacidad suya ni la de su pareja: "lo importante es que te enamores”, reafirma ahora que, desde el pasado 6 de diciembre, está felizmente casada.
En los cursos prematrimoniales la gente se sorprendía al verlos. "¿ Ustedes se van a casar?”, preguntaban todos. Ambos, orgullosos, respondían que sí.
La preparación de la boda demoró varios meses. Había muchas cosas por hacer: desde alistar el vestido de la novia, que fue especial, hasta tomar cursos de baile de vals en silla de ruedas.
"Fui (desde Sucre) a La Paz para que me hagan mi vestido. Tenía que cuidar que la tela no se enganche con las llantas o que la pisen. Por eso decidí que el modelo sea sirena hasta la rodilla y de ahí suelto”, cuenta la novia.
La pareja es parte de la Asociación Nueva Esperanza, una organización para personas con discapacidad. Por eso, seis de quienes fueron damas de la pareja tienen discapacidad.
Las damas ingresaron primero a la iglesia; luego la novia y finalmente el novio. Todos, en silla de ruedas. El sacerdote les dio la bendición y se fueron a la fiesta.
Allí los recién casados demostraron los resultados de sus clases de vals; pero también bailaron cumbia y hasta zapateadas. "Las sillas de ruedas zapateaban mejor que de los pies de los invitados”, dice divertido Marcelo.
Según Feliza, algunos invitados se sorprendieron al verlos tan felices y bailando. "Al principio nos miraban demasiado, pero después se dieron cuenta que somos normales y todos nos divertimos. Estábamos felices”.
Feliza y Marcelo ahora están orgullosos de haber sido la primera pareja con discapacidad de Bolivia que se casa con una fiesta inclusiva. "Vencimos los estereotipos y reivindicamos lo que todos debemos hacer: disfrutar de nuestros derechos”.
Una de las damas, que padece parálisis cerebral, Claudia Colque, aseguró que ella prepara una fiesta similar para su boda.
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