El Día de la Boda es el inicio de una vida juntos, en la cual pasarán momentos felices y también difíciles, se tiene que luchar día a día, para que el hogar que ambos decidieron formar este lleno de amor y comprensión. El matrimonio no será una eterna luna de miel, pero lo valioso de ambos será la resolución que den a los problemas por mínimos que éstos sean. Cuando una pareja es lo suficientemente madura los problemas se resuelven sin dejar heridas.
Para el Gran Día de su Boda eviten…
Nunca dejes que tu novio vea el vestido antes de tu entrada a la iglesia o al juzgado. Hoy se ha convertido en el rito de impedir que ni novio ni amigos vean el traje de la novia antes de su salida hacia el lugar de la ceremonia.
Vigila que tu novio lleve la corbata derecha el día de la boda ya que si la lleva torcida significa que te será infiel.
Debes asegurarte que los invitados te lancen arroz si deseas tener descendencia.
El día de tu boda nunca te pongas perlas. Las perlas simbolizan las lágrimas y te traerán muchas a lo largo del matrimonio
No te cases en enero ya que tendrás problemas económicos a lo largo de todo el matrimonio.
No olvides ponerte algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul.
Aunque vivan juntos, la noche antes de la Boda deben pasarla cada uno en su casa o en casa de los padres.
Cuidado con los días
El más conocido es el martes y 13, ya que martes es el día de Marte, dios de la guerra, y el número 13 corresponde al arcano de la muerte. El martes, aunque no sea 13, sigue siendo un día aciago para casarse: Marte siempre crea discordia.
El mismo objetivo tiene el cortejo de coches que sigue al de los novios tocando las bocinas sin parar, costumbre que se conserva todavía en las ciudades pequeñas. El ruido y la música alejan a los malos espíritus.
Por mucha fama de florido y hermoso que tenga el mes de mayo no es tradicionalmente propicio para bodas. La culpa la tiene la "Noche de Walpurgis": desde la puesta del sol el 30 de abril a su salida el 1 de mayo se desarrollaba una lucha feroz entre las fuerzas de las tinieblas y las de la luz. Los brujos, brujas y espíritus malignos se ponían manos a la obra, se dedicaban a bailar desaforadamente y hacían sacrificios humanos. En toda Europa se creía que los brujos desplegaban esa noche y las siguientes una actividad especialmente peligrosa, con efectos nefastos sobre la fertilidad de los jóvenes esposos.
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