La princesa Magdalena de Suecia consolidó su unión matrimonial en Estocolmo con el financiero estadounidense Christopher O’Neill, en una ceremonia que constituye la segunda boda real en tres años, tras la de su hermana mayor y heredera del trono, Victoria.
En la capilla del Palacio Real sueco, entre una canción de Marie Fredricksson -voz femenina del dúo Roxette- y los deseos de felicidad de su hermana Victoria, Magdalena se convirtió en esposa de O’Neill, ataviada con un traje de encaje de Valentino.
En su idioma natal ella y en inglés él, la pareja intercambió los votos matrimoniales en una nueva versión menos mediática de la ceremonia nupcial protagonizada hace tres años por la heredera, Victoria, y su esposo, Daniel.
El llamado “club de los jóvenes príncipes escandinavos” tuvo un protagonismo casi absoluto de la ceremonia, celebrada en un Estocolmo, donde lucía un sol radiante.
Reyes, príncipes y princesas, además de autoridades y muchos familiares y amigos de la pareja, desfilaron por la alfombra azul con espectaculares vestidos y deslumbraron con tiaras y collares dignos de una Boda Real. La reina Silvia y la princesa Victoria, Tatiana y Marie Chantal de Grecia, Mary de Dinamarca, y Sofia Hellqvist, novia de Carlos Felipe de Suecia, fueron algunas de las que causaron mayor sensación con sus estilismos y ocuparon los primeros puestos de la lista de las más elegantes a este enlace de ensueño que ha puesto el broche de oro a esta historia de amor de cuento de hadas.
Las miradas se concentraron, sin embargo, en Charlène de Mónaco, espléndida pero sola, puesto que el príncipe Alberto no acudió, lo que reabrió los comentarios sobre una eventual crisis en la pareja.
El otro foco de los comentarios fue la novia de Carlos Felipe, Sofia Hellqvist, una actriz con pasado erótico que protagonizará en breve la siguiente boda real en Estocolmo.
La boda de Magdalena, de 30 años y cuarta en la línea de sucesión al trono del rey Carlos Gustavo, fue oficiada por Lars-Göran Lönnemark, obispo emérito, y por Michael Bjerkhagen, predicador de la congregación de la corte sueca.
Los medios describieron la ceremonia como sobria y alegre, marcada por las sonrisas de la pareja y sus familiares, en la hermosa capilla que apenas ha sufrido retoques desde su inauguración en 1754.
A la ceremonia siguieron veintiún salvas, disparadas desde las cercanas instalaciones militares de Skeppsholmen, más el tradicional cortejo en carroza por Estocolmo, bajo el sol y a 25 grados, lo que propició la presencia de miles de ciudadanos a su paso.
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