domingo, 9 de septiembre de 2012
Achachilas bendijeron la unión de Álvaro y Claudia en Tiwanaku
Un breve silencio. Aplausos y vítores. El Vicepresidente de Bolivia y la periodista se miraron a los ojos y luego devolvieron al entusiasmado público sendas sonrisas de agradecimiento. Tras recibir las ofrendas de la pareja, los achachilas, espíritus protectores andinos, habían bendecido su unión.
La mañana empezó fría. A cuentagotas llegaban los vehículos desde la ciudad de La Paz. Un inusual control policial cubría la ruta e impedía que los carros imprimieran mayor velocidad.
A las 09.00 llegó el novio. El presidente Evo Morales y los premios Nobel Adolfo Pérez Esquivel y Rigoberta Menchú lo escoltaban. Los cuatro fueron al museo del pueblo para esperar a la novia.
A las 06.45, Claudia había desayunado en su habitación del hotel Tiwanaku. Luego salió con su papá rumbo al museo, donde el estilista Marcelo Ruiz y cinco colaboradoras la atendieron. Una media hora antes, la mamá de la periodista había llegado con el vestido. “Es una sorpresa”, soltó.
Dos horas tomó el arreglo de la novia. Un spray cubrió su rostro para que el cutis mantenga su tono mate y un protector especial se trajo para la ocasión. La piel del novio también recibió maquillaje y un producto contra el sol.
El primer regalo que recibieron fue de Rigoberta Menchú: un aguayo para la pareja. El asambleísta Isaac Ávalos, vestido con una chaqueta de aguayo y con abarcas, sostenía dos paraguas en las manos que, dijo, eran el regalo para la pareja: “Son las wiphalas del MAS”.
El ministro de Culturas, Pablo Groux, corría entre el templo y el museo. Manejaba la comunicación y la acreditación de decenas de periodistas que llegaron desde La Paz, El Alto y Santa Cruz. Radialistas de las provincias paceñas transmitían el acto en vivo.
El primero en salir del museo fue Evo Morales. “¿Cuál es su regalo para la pareja?”, se le preguntó. El Mandatario se limitó a decir que lo daría después. Pérez Esquivel fue más poético y anunció: “Los pueblos tienen momentos de guerra y de paz, y de felicidad, como el que vamos a vivir hoy”.
Álvaro fue el primero en dirigirse al templete de Kalasasaya a las 10.20, con más de una hora de retraso. Ingresó con un traje oscuro de cuello redondo con detalles de tejidos andinos, camisa blanca y sin corbata. Se dio tiempo para saludar a los niños y a pobladores que rompieron el cerco de seguridad. Su amable sonrisa no lograba disimular el nerviosismo. Ya llegaba la novia.
Ceremonia. A los pocos minutos, Claudia ingresó del brazo de sus padres. Vestía un traje marfil de baby alpaca, inspirado en las princesas incas, con una faja y detalles andinos, un diseño de Jean Francois García. El cabello estaba “recogido en un moño francés”, explicó su estilista. En el trayecto, ni una hebra de su cabellera salió de su sitio. La comunicadora también saludó a los asistentes.
Los novios se encontraron en el centro ritual de Kalasasaya, donde cuatro parejas de amautas ofrendaron a los achachilas una wajta para la felicidad, buena suerte y abundancia. El fuego fue el primer elemento utilizado para pedir permiso a los ancianos ancestrales. A las 11.10, los novios recibieron la bendición para la unión entre chacha (hombre) y warmi (mujer), representada por un lazo que los envolvió. "A esta señorita vas a querer siempre. Van a caminar juntos", dijo el amauta.
Presenciando el ritual había un selecto grupo de 250 invitados. Miles más espectaban detrás de un acordonado custodiado por guardias comunitarios y efectivos de la Policía Militar. En el primer grupo se hallaba Fernando Surco Calle, quien dijo ser excompañero del novio en el Ejército Guerrillero Túpac Katari.
“Quiero darle un abrazo, pero no creo que pueda”.
Dentro de Kalasasaya, la pareja dio una vuelta alrededor de la Puerta del Sol, donde hizo una reverencia. Luego visitó la piedra energética y atravesó el umbral del sagrado templo donde surgió el beso pedido por el clamor de la gente. Luego, Álvaro y Claudia salieron por la puerta del templo.
Estaba previsto que sólo la pareja descendiera por las milenarias escalinatas en deterioro. Sin embargo, algunos amautas y parte del equipo de seguridad también lo hicieron, sin respetar las recomendaciones previas.
A las 11.30, los recién desposados caminaron juntos: ella tomaba el brazo de él, que le hablaba mientras ascendían a Akapana. En la cima de la pirámide realizarían sus votos en la intimidad. Tenían 15 minutos para esto, pero se tomaron un tiempo más. Al salir, fueron recibidos con sahumerios por cinco amautas. Al descender, ella tuvo un resbalón, pero su compañero la auxilió pronto.
Una vez abajo, los esposos se acercaron al público que los llamaba. Agradecieron a los visitantes y posaron para las fotos. “Estás muy linda”, le decían a la novia.
Afuera, los invitados especiales se encaminaron a la plaza y 300 autoridades originarias de las 23 comunidades de Tiwanaku formaron un callejón para recibir a la pareja, que se dirigiría a la laguna verde. El grupo Sicuris de Italaque cantaba: “Vicepresidente todos te saludan en tu matrimonio, cantaremos, bailaremos en tu matrimonio, todos muy alegres estamos presentes”.
Agua. La comitiva, encabezada por el presidente Morales, Menchú, Pérez Esquivel y los flamantes esposos, se dirigió a la laguna mientras la gente gritaba: “¡Jallalla la pareja!” Los pututus y caracoles anunciaban el paso de la gente. Llovió mixtura blanca y flores sobre ambos.
En la laguna, a las 12.10, una balsa de totora esperaba a los novios. A Fernández le costó trabajo subir a la embarcación, pero García le ayudó galante. Morales y sus invitados especiales se sentaron a ver cómo la pareja navegaba para agradecer a otro ser ancestral: uma awicha, la abuela agua.
En la plaza de San Pedro, a las 12.35, la banda Imperial de Oruro recibió con una diana a los recién casados. Pututus y los caracoles se mezclaron con metales y bombos. Llovió más mixtura.
Otorgado el permiso de los achachilas, la coca y la abuela agua, llegó la hora de la fiesta. El baile irpastá (que se canta cuando un hombre se “lleva” a una mujer), abrió el festejo. Bailaron los novios cuidando de levantar bien los codos, pues bajarlos significaría mala suerte. Morales bailó con Fernández y García Linera con su suegra, Gloria de Fernández.
Llegó la hora de los regalos. Los lugareños trajeron productos agrícolas y artesanía; César Cocarico, gobernador de La Paz, un par de llamas, y el Primer Mandatario, un cargador de bebé acompañado por una sonrisa picaresca.
El banquete nupcial dio paso a una tarde de celebración. Los grupos autóctonos hicieron bailar al Presidente y a los esposos. La gente aprovechó para retratarse con Evo Morales, quien bromeó diciendo que iba a cobrar un porcentaje por cada foto.
Álvaro y Claudia recibían abrazos, mixtura y regalos. Respetando su palabra del día anterior, la novia no dejó de bailar ni un momento y casi todo el tiempo estuvo tomada de la mano de su marido, coqueteando entre sí. La gente hizo rondas a su alrededor. Y la fiesta se devoró la noche.
Ají de fideo, tortas de colores y bebidas
A las 13.30 se sirvió el ají de fideo a los más de 4.000 presentes, algunos se quedaron sin comer. Hubo varias tortas. La principal era de maracuyá, chocolate, vainilla y frutilla. Hubo también pasteles de quinua y coca. Se repartieron más de 300 cajas con botellas de cerveza y al menos seis turriles de cocteles en la plaza.
Invitados
Menchú ‘Los novios están felices y hermosos’La premio Nobel guatemalteca asistió como invitada especial del Mandatario. “Los novios están hermosos y están muy felices. Yo también estoy muy feliz de estar en Bolivia”, comentó.
Quintana ‘Voy a ver qué no tienen para el regalo’“He venido a la boda para acompañar a los novios, pero no les voy a dar nada todavía. Voy a ver primero qué les han regalado y recién voy a buscar algo que ellos todavía no tengan”.
Ulcuango ‘Traigo los parabienes de Ecuador’El embajador de Ecuador, Ricardo Ulcuango, celebró la unión “en este sitio sagrado milenario donde prevalece la energía. Traigo los parabienes del pueblo ecuatoriano y del presidente Correa”.
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