Rica comida, buena música, una barra de tragos abierta toda la noche... ¿quién no se ha divertido hasta la madrugada en una buena fiesta de casamiento?
No obstante, este ritual por el que muchos hemos atravesado en varias ocasiones de nuestra vida, es algo desconocido para algunos de las generaciones más jóvenes.
Y es que hoy en día muchas parejas deciden no casarse. Por eso no es infrecuente encontrarse con personas -en especial menores de 25 años- que jamás han ido a un casamiento.
Para ellos, existe una solución: Falsa Boda ("La fiesta más divertida del mundo"), un invento de cinco amigos oriundos de la ciudad de La Plata, la capital provincial de Buenos Aires, en Argentina.
En 2013 tuvieron la alocada idea de organizar una fiesta de casamiento para unos 300 invitados, con todos los rituales de una boda: vestimenta de gala, comida y bebida libre, DJ, banda de música en vivo y por supuesto una pareja que se casaba.
El detalle era que se trataba de un casamiento falso, y que los invitados no eran amigos y familiares de los novios sino ilustres desconocidos que compraron entradas para el evento.
"Con mis amigos nos encanta organizar fiestas y salir, y un día cenando caímos en cuenta de que nunca íbamos a asistir a un casamiento todos juntos, a menos que uno de nosotros se casara, lo cual por ahora no es probable", relató a BBC Mundo Martín Acerbi, uno de los creadores de la idea.
Acerbi, un publicista de profesión de 26 años, estaba cansado de ir siempre a los mismos boliches (discotecas) a bailar.
"Queríamos organizar una fiesta distinta, original", dijo.
Fue así como se les ocurrió hacer este evento "temático" que apodaron Falsa Boda.
Éxito
La experiencia fue un éxito rotundo. Las 300 entradas se vendieron enseguida.
"La fiesta tuvo muchísima aceptación desde el comienzo", recordó Acerbi.
La gran duda, al principio, era si la gente –en especial los varones-, estaría dispuesta a vestirse de gala para la ocasión.
"Al final la ropa terminó siendo uno de los elementos más atractivos de la fiesta", contó el organizador.
Pablo Boniface, un marketinero de 32 años que asistió a una Falsa Boda en la capital argentina el pasado julio, contó a BBC Mundo que para él fue la ocasión perfecta para cumplir con algo que siempre quiso hacer: ponerse un moño.
"Me enteré de las fiestas por las redes sociales y apenas vi que hacían una en Buenos Aires convencí a mis amigos de ir", relató.
El, al igual que Acerbi, estaba cansado de hacer siempre las mismas salidas.
"Vas al boliche a las 3am, te tomás unos tragos y te vas... Estaba buscando nuevas experiencias", señaló.
Pablo nunca tuvo miedo a hacer el ridículo y dijo que lejos de ser el centro de burlas por participar en lo que al fin y al cabo es una farsa, muchos que se enteraron de su experiencia quisieron sumarse a la próxima Falsa Boda.
Fantasía
Parte del "enganche" de estos eventos, según cuentan sus adeptos, es justamente la historia falsa que se crea para justificar la boda.
"Antes de cada fiesta publicamos un video en el que los supuestos novios –que son actores contratados- cuentan sobre su historia de amor e invitan al casamiento", explicó Acerbi.
Estas historias tienen un tinte novelesco: en la primera Falsa Boda, la novia le informaba a su pareja que no se casaría con él, y que si quería hiciera la fiesta sin ella.
Fue así como en el primer evento los invitados fueron recibidos por un novio que los invitaba a festejar su nueva soltería.
En otras de las fiestas la ceremonia de matrimonio –una breve puesta teatral que dura menos de media hora- fue interrumpida por un hombre que afirmaba ser pareja del novio.
Al final su novia se fue corriendo y los dos hombres terminaron contrayendo nupcias, algo que fue festejado por el público en un país que fue el primero en América Latina en adoptar el matrimonio igualitario.
Mercedes Barragán, quien ofició de novia en esa fiesta, reveló a BBC Mundo que a los asistentes a la Falsa Boda les encanta jugar con la fantasía.
"Durante toda la fiesta los hombres se me acercaban y se ofrecían a consolarme por haber sido abandonada por mi futuro marido", se rió la joven de 25 años.
"Incluso después fui a otras Falsas Bodas y cuando la gente me reconocía me preguntaba cómo habían quedado las cosas con mi ex", se sorprendió.
De "levante"
Para Pablo Boniface, el aspecto teatral y lúdico de las Falsas Bodas es una excusa perfecta para conectar con otros.
"Con mis amigos nos dimos cuenta de que una manera buena de encarar a las chicas era preguntarles si eran las primas de la novia", relató jocoso.
Si bien la Falsa Boda tiene un costo cuatro o cinco veces más alto que el de una entrada a un lugar tradicional para bailar -entre US$43 y US$65-, fans como Pablo aseguran que al final no es tanto más caro que una salida típica.
"Hay que calcular que cuando uno va al boliche además de la entrada (de unos US$16) hay que pagar tres o cuatro tragos, así que al final cuesta lo mismo", señala.
La "barra libre" –es decir, consumo alcohólico ilimitado- parece ser otro de los grandes atractivos de los casamientos falsos.
Los organizadores estiman que los invitados toman en promedio unos ocho tragos cada uno.
A pesar del alto nivel etílico, Acerbi aseguró a BBC Mundo que nunca hubo problemas por comportamientos inadecuados.
Hasta Moscú
Al comienzo, la popularidad de las Falsas Bodas fue limitada a La Plata, la ciudad de los organizadores, que hicieron cuatro fiestas allí.
Pero con la viralidad de las redes sociales el concepto explotó y hoy la página de Facebook de Falsa Boda tiene más de 18.000 seguidores que reclaman nuevos eventos.
En concreto, Acerbi y sus amigos planean unas 10 fiestas para el segundo semestre de 2015 ("nos gustaría hacer más porque la demanda está, pero cuesta conseguir los salones adecuados y organizar toda la logística", explicó).
La aspiración es eventualmente llevar el concepto al resto del mundo.
Ya tuvieron una experiencia internacional en Moscú, donde organizaron una Boda Falsa por pedido de un productor ruso que se enteró del evento por una conocida argentina.
Otro desafío para 2016 es organizar "la mayor Boda Falsa del mundo" (hasta ahora la fiesta más grande fue con 700 invitados).
"Para mí estas fiestas son incluso mejor que un casamiento real, porque no hay que sentarse en mesas con extraños, aburriéndose, la pasás bien con tus amigos y encima está lleno de gente joven y no te encontrás con todos los tíos y abuelos que típicamente van a las bodas", recomendó Pablo.
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